jueves, 5 de marzo de 2009

Como un náufrago




-¿Vamos a contar las estrellas?
Por fin alguien que se anima a hacerme una propuesta sensata en este mundo de insensateces horarias y cambios de máscara.
Me ofrece su mano y me aferro a ella como el náufrago a la idea milagrosa de una sequía.
Y si dedico mis días de sol a contar estrellas, tal vez las nubes no se atrevan a interrumpirme. Quizás, así, la vida cobraría el sentido que pago con creces y caería rendida a mis brazos.

Me sacudís las pelusas de los ojos y nos dedicamos a tirar flores secas por el balcón. Yo tiro un poema cuando entre los paseantes aparece uno con estrellas en la mirada. Las sumo a la lista y canto mi canción, que es distinta y la misma siempre.
No puedo parar de tirar rosas y claveles, los chicos forman una ronda y se ríen de los ciegos que no ven los colores y petrificaron sus lágrimas.
Les tiramos chocolates hasta que los brazos se me cansan. Entonces necesito una mano. Estiro mi brazo, estás en el balcón, pero no te alcanzo.
Las risas se vuelven estruendosas y una roca negra se posa en mi pecho.
Te alejás y dejás sólo esa mano resbalosa que se asemeja demasiado al deseo patético del náufrago.

2 comentarios:

  1. Vivir alimentando elefantes en naufragios, hundiéndote en la balsa sin salvavidas. La mano resbalosa y un deseo que se va con el agua.

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  2. (por momentos me siento un deseo patético)
    me gusta tu blog!

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